Por ásperos caminos


     En las últimas dos décadas la esperanza de vida ha aumentado casi en cinco años. Prácticamente todos los indicadores sanitarios han mejorado. Lo mismo ha ocurrido con las infraestructuras, la educación o la lucha contra la desigualdad. No ha habido ninguna época histórica en la que de forma tan sostenida haya ocurrido igual, ya que también veníamos de mejoras en los años previos.

     En un primer impulso podríamos tener la tentación de hablar de rotundo éxito, tanto sanitario como social. Pero si recordamos cual ha sido la opinión tanto de entornos profesionales, como de una parte de la sociedad, nos daremos cuenta de que nada más lejos de la realidad.

     A pesar de que de forma repetida los sanitarios sean la profesión más valorada por la sociedad y de los logros de la ciencia médica y la salud pública en general, durante estos años han sido constantes las críticas y las quejas.

    Durante años he oído a mis compañeros de profesión hablar sobre la falta de reconocimiento de la sociedad a nuestra labor y sobre la perversidad de la administración como ente que tiene como principal norma de funcionamiento impedir la realización de las inquietudes personales y profesionales de sus trabajadores.

    También he oído durante años quejas por parte de muchos ciudadanos que han sentido que la enfermedad y la muerte es el resultado de un mal funcionamiento del sistema sanitario.

     En definitiva no hemos estado demasiado satisfechos con nuestros logros, y por supuesto siempre hemos situado las culpas de la insatisfacción en los demás.

    Pero, como un terremoto que lo cambia todo, ha llegado la crisis. Ahora oímos continuamente que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que tenemos que hacer examen de constricción y propósito de enmienda. Es decir tenemos que pedir perdón, pagar por nuestras culpas y aceptar los recortes como penitencia.

    Parece que esos cinco años que vivimos más que hace veinte años han sido también un despilfarro del estado de las autonomías. Unos años sin sentido que sólo han generado gasto.

   Así que quizás sea el tiempo en el que todos debamos asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponda y lanzarnos a la aventura de mejorar las cosas que tenemos a nuestro alcance.

   Y es que los tiempos que se avecinan y que de hecho ya han llegado, me recuerdan a “los ásperos caminos" de los que nos hablaba Garcilaso.


(Publicado en DiarioAxarquia.com 14/08/2012)


 http://www.diarioaxarquia.com/opinion/columnistasArticulos/2012/08/14/por-asperos-caminos-ida8551.html